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Liberación de las imposiciones del tiempo

Del número de enero de 1984 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Aun dentro de la estructura de la materia y de la física, las antiguas limitaciones impuestas por el tiempo han sido destruidas. En nuestra propia sala, y en el momento mismo en que está ocurriendo, podemos presenciar el admirable espectáculo de un gimnasta chino entreteniendo a un grupo de diplomáticos en Pekín. Cálculos que antes tomaban meses de tedioso trabajo intelectual se hacen ahora casi instantáneamente por medio de computadoras. Conceptos acerca del transcurso del tiempo, limitados por minutos y meses, han desparecido ante nuevos horizontes definidos en términos de milésimos de segundo y millones de años luz.

La Ciencia del Espíritu radicalmente va aún más lejos. Destruye el armazón de la materia misma. No hay medidas mortales para el infinito. Puesto que Dios es Espíritu infinito y sólo el bien inmaculado, Su inmensurable bondad está presente en todas partes y ya está aquí mismo esperando que la reconozcamos. Puesto que Él es Mente e inteligencia infinita, la consciencia divina y la inteligencia están en todas partes, aquí y ahora mismo, para ser comprendidas. Puesto que Sus ideas participan de la naturaleza de la infinitud, ellas están en todas partes, y al mismo tiempo, aquí también, esperando ser percibidas en toda la perfección y bondad que incluyen. Puesto que Él es Amor infinito, Su sostenedora ternura está en todas partes y aquí mismo, una presencia tangible en la cual se puede confiar. Como lo dice Mary Baker Eddy: “Puesto que Dios está siempre presente, ningún límite de tiempo puede separarnos de Él y del cielo de Su presencia; y puesto que Dios es Vida, toda Vida es eterna”.La Unidad del Bien, pág. 37.

Cristo Jesús afirmó la gran verdad de que podemos despertar aquí y ahora mismo a reconocer el universo de Dios, cuando dijo: “El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros”. Lucas 17:20,21. Y en otra ocasión dijo: “¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega. Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna”. Juan 4:35, 36.

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