Los deslaves de lodo han estado en las noticias últimamente. Grandes lluvias ocasionadas por huracanes y tormentas tropicales todavía amenazan el sur de México, aunque para el alivio de muchos el daño del lodo en la remota aldea de Santa María Tlahuitoltepec en el Estado de Oaxaca fue mucho menos que lo temido. Los deslaves de lodo en Colombia y las amenazas de ellos en Honduras también son otros acontecimientos de esta naturaleza.
Con frecuencia estas áreas son muy remotas, o se vuelven muy remotas debido a los aludes de lodo que destruyen puentes, caminos y otra infraestructura. Esto puede ser un desafío. Pero Dios no está atado por condiciones materiales. En este mismo momento, Dios está presente con cada individuo que necesita de Su cuidado. Ninguno puede ser separado de ese confort y amor. Cada uno de nosotros, como ideas espirituales de Dios -del Espíritu divino- puede sentir esa presencia divina que nos ayuda y nos guía. Nuestra convicción de la presencia de Dios puede también iluminar nuestras oraciones para aquellos que se encuentren en áreas alcanzadas por el desastre.
Las etapas de rescate y restauración reciben ayuda de las oraciones que afirman la presencia del Amor divino a pesar de los enormes problemas masivos o las distancias. El Amor divino es una guía siempre presente, ayudando a los trabajadores que proveen la ayuda a tomar decisiones inteligentes y no desalentarse. En nuestras oraciones podemos reclamar la presencia de la esperanza para todos los individuos. La esperanza nos da fortaleza para seguir adelante en la vida incluso en condiciones difíciles. Nos mantiene moviéndonos hacia adelante en vez de darnos por vencidos.
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