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En apoyo de la paz

De The Christian Science Monitor - 10 de enero de 2011


Cualquier persona que sigue las noticias del mundo está consciente de los esfuerzos por los partidos de oposición en distintas partes del mundo —el Medio Oriente, Afganistán, regiones de África, Corea del Norte y Corea del Sur, solo para nombrar unos pocos— para reunir a todos y renovar las conversaciones de paz. En lugar de mirar a estos esfuerzos como otros tantos intentos bien intencionados, aunque inútiles, para resolver asuntos que a través del tiempo no se han podido solucionar, podemos apoyar estos esfuerzos con esperanza y seguridad. Sin importar las posiciones políticas adoptadas por los que forman parte de esas charlas, y dejando de lado la historia de intentos fallidos, no hay razón para no tener esperanza.

No todos podemos asistir a la mesa de negociaciones, puede que no hablemos los idiomas, y no conocemos todos los detalles. Entonces, ¿cómo podemos apoyar los esfuerzos por la paz? Una forma es tener la esperanza de que el bien resultará de todo esfuerzo honesto y sincero para lograr la paz. En lugar de estar en un estado mental de negatividad sin esperanza, podemos mantenernos en apoyar y anticipar el bien, y tener confianza en los esfuerzos honestos de cada uno. Al igual que un granjero que tiene la esperanza de que las semillas se abran paso a través de la tierra, podemos remover las piedras de falta de esperanzas de nuestro propio campo mental, proporcionando un ambiente de bienvenida para que surja el bien. Podemos descartar de nuestro pensamiento la pesadez de la desesperanza, las hojas mojadas de intentos fallidos y las sombras de las bajas expectativas.

Cada uno de nosotros puede apoyar el establecimiento de la paz por medio de la oración. ¿Para qué país o situación? Cada uno tendrá su lista propia. Lo importante es saber que Dios, el Amor divino, apoya y mantiene cada esfuerzo honesto de paz que mora en el corazón de la humanidad. Con nuestras oraciones podemos confiar en que los esfuerzos sinceros y altruistas de aquellos que se ocupan de esto tienen el poder del Amor divino apoyándolos para llevar esos esfuerzos al éxito. El deseo de hacer el bien y vivir en paz no es un producto accidental y al azar de la imaginación. El deseo de encontrar paz nace del corazón del Amor divino y tiene poder infinito tras él.

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